23/1/13


La segunda cocina

En algún momento, sea por el sol que fue cambiando o el agua que fue inundando la cocina anterior, o por mejor sombra o por más espacio, no lo recuerdo, la cocina se cambió de lugar. Para ese momento, los grupos de alumnos y alumnas para cada materia práctica ya estaban formados. Todavía no teníamos un aula asignado. En la materia Alimentación por un tiempo funcionamos en la cocina de manera verdaderamente práctica, es decir, ayudando a las cocineras en su trabajo, aprendiendo junto con ellas.


Y aparte de los guisos y sopas usuales en las escuelas, ya habíamos intentado otras versiones. La sopa que tuvo una aceptación casi unánime fue la de arvejas secas, la luego así llamada “sopa verde”. Pero también ya se habían realizado guisos de lentejas. A los guisos en general se comenzó a incorporar algo más de verduras, como por ejemplo la calabaza o el zapallito redondo.

Hablando con las chicas del grupo y con las cocineras de las comidas que les gustaría aprender a hacer, todas mencionaron las milanesas con puré. Claro que no es lo mismo hacer unas milanesas para cinco o seis personas en una cocina convencional. Acá se trataba de cocinar para 50 a 60 personas en un elástico de cama y una mesa (ya más grande que nuestra primera mesa). No había horno como para hacer milanesas al horno, por lo que debían ser fritas. Esto consumiría mucho del aceite tan caro.  Y además debía tenerse en cuenta que costaría muchísimo más trabajo y también ollas y cacerolas. Pero todas se mostraron dispuestas a empezar más temprano, y le pidieron autorización a Felisa, la directora, la que accedió por una vez, para probar cómo nos iba.

Fue toda una novedad para todo el grupo, incluyendo a las cocineras. Habían comprado muchas veces las milanesas, cuando con motivo de la cosecha de algodón, habían pasado por J. J. Castelli. Pero no sabían cómo prepararlas. Tampoco habían preparado nunca puré de papas.

Así un día de esos el sueño se hizo realidad. Ese día generó mucha expectativa, tanto en las “cocineras” como en las personas que consumirían el resultado. En esa época aún comprábamos la carne de la carnicería, por lo que también allí fue toda una novedad que pidiéramos carne para milanesas. No me acuerdo si las cortó el carnicero o nosotras. Más adelante despostábamos todo un animal en la misma escuela. Pero en ese momento fue toda una novedad. Otro ingrediente que no se usaba mucho hasta ese momento fueron los huevos. También el pan rallado todavía era comprado.

Pero llegó la hora del almuerzo y las milanesas con puré estaban listas. El problema mayor fue encontrar una manera justa de repartir la comida. Sin embargo se pudo solucionar todo. Y si bien para mí faltaba algo de verduras, el experimento por lo pronto había sido todo un éxito. El aplauso general fue enorme. Y, por supuesto, el experimento se repitió con el grupo de Alimentación de la segunda semana de alternancia.
Texto, traducción y fotos: Ruth Schwittay

Die zweite Küche

Irgendwann, sei es weil die Sonne ihre Lauf gewechselt oder das Wasser die vorherige Küche überschwemmt hatte, oder wegen besseren Schatten oder mehr Platz, ich erinnere mich nicht mehr, wechselte die Küche ihren Standort. Zu diesem Zeitpunkt waren die Gruppen für die verschiedenen praktischen Fächer schon zusammengestellt worden. Wir hatten aber noch keinen Raum zur Verfügung. Im Fach Ernährung haben wir für eine Zeit in der Küche auf wirklich praktische Art funktioniert, was heißt, sie (wir) haben den Köchinnen bei ihrer Arbeit geholfen und gemeinsam mit ihnen gelernt.

Außer den in den Schulen normalen Eintöpfen und Suppen, hatten wir schon andere Versionen hinzugefügt. Die Suppe, die fast einstimmig angenommen wurde, war die Erbsensuppe, die bald nur noch "grüne Suppe" genannt wurde. Wir hatten aber auch schon Linseneintopf gemacht. Im Allgemeinen begannen wir etwas mehr Gemüse den Eintöpfen hinzu zugeben, wie z. B. Kürbis oder eine im Land sehr gewöhnliche runde, grüne und kleine Kürbisart.

Als wir mit den Mädchen der Gruppe und mit den Köchinnen darüber sprachen, was sie denn gerne lernen würden, erwähnten sie Rinderschnitzel mit Püree.  Es nicht natürlich nicht dasselbe, einige Schnitzel für fünf oder sechs Leute in einer normalen Küche zu machen. Hier handelte es sich darum, für 50 oder 60 Menschen auf einem elastischen Bettrost und einem Tisch (schon größer als unserer erster Tisch) zu kochen. Es gab auch keinen Backofen, um die Schnitzel zu backen, sie mussten also frittiert werden. Dazu würde man viel von dem teuren Öl brauchen.  Und man musste auch beachten, dass dies sehr viel mehr Arbeit und auch mehr Töpfe und Pfannen bedeuten würde. Aber alle zeigten sich bereit, früher anzufangen, und erbaten bei Felisa, der Schulleiterin, die Erlaubnis, die sie für dies eine Mal auch gab, einfach um zu sehen, wie es uns gehen würde.

Für die ganze Gruppe, einschließlich der Köchinnen, handelte es sich um eine große Neuigkeit.  Oft hatten sie Schnitzel gekauft, wenn sie bei der Baumwollernte durch J. J. Castelli gekommen waren. Aber sie konnten sie nicht selbst zubereiten. Sie hatten auch noch nie Kartoffelpüree gemacht.

So wurde der Traum eines Tagen wahr. Dieser Tag war mit großen Erwartungen verbunden, sowohl bei den "Köchinnen" wie bei den Leuten, die das Resultat später verzehren sollten. Zu diesem Zeitpunkt kauften wir noch Fleisch in der Fleischerei, deshalb kam es auch dort als eine Neuigkeit an, dass wir Fleisch für Schnitzel haben wollten. Ich erinnere mich nicht mehr, ob sie vom Fleischer oder von uns geschnitten wurden. Später nahmen wir ein ganzes Rind in der Schule auseinander. Aber zu diesem Zeitpunkt war es eine absolute Neuigkeit. Eine andere bis dahin wenig angewendete Zutat waren die Eier. Auch das Paniermehl wurde noch gekauft.

Die Mittagszeit kam und die Schnitzel mit Püree waren fertig. Ein richtiges Problem war dann das gerechte Verteilen  der Mahlzeit. Es konnte aber gelöst werden. Und obwohl mir noch etwas Gemüse fehlte, ist das Experiment vorläufig ein ganzer Erfolg gewesen. Der allgemeine Applaus war riesig. Und natürlich wurde das Experiment mit der Gruppe der zweiten Woche der „Alternancia“ wiederholt.
Text, Übersetzung und Fotos: Ruth Schwittay

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