La primera cocina
Desde el primer momento en que comenzaron
las clases hubo que cocinar: el mate cocido para el desayuno y la merienda y el
almuerzo. Pero el lugar físico “cocina” aún no existía. Por lo que se decidió
ubicar un fogón en un lugar del patio. Se agregó una mesa y algunos troncos que
funcionaban como asiento y lista estaba la primera cocina.
Según Jean y Magui Charpentier, la cocina
como una especie de órgano de la escuela debía ocupar un lugar de importancia
para el proyecto del CEREC. Allí se debía dar un aprendizaje fundamental: cómo
preparar un menú sano, económico, rico y adaptado al gusto del alumnado qom.
Habían sido elegidas dos señoras de la
comunidad para oficiar de cocineras, mujeres experimentadas en la cocina. Pero
no habían cocinado para la cantidad de comensales que había cada mediodía en la
escuela. Sí sabían cómo cocinar en un fogón abierto y al aire libre. Así que
tratamos de aprender una d otras y otras de una.
Las primeras comidas consistían de guisos y
sopas. Felisa nos orientaba de acuerdo con lo que se hacía en otras escuelas.
Aún no incorporábamos nada “raro” como verduras, por ejemplo, como se haría más
tarde. Usábamos lo clásico: cebollas, zanahorias cuando había, carne. Lo que
cambiaba eran los fideos, el arroz, las papas, la polenta. Cuando se hacía una
sopa, se usaban los huesos de la carne que se compraba, y se agregaba calabaza,
batata, papa, cebollas. Aún no teníamos perejil, puerro, apio ni otras hierbas
para dar gusto. El único condimento del que disponíamos era el condimento para
pizza, que consta de ají molido, pimienta y orégano.
En ese momento tampoco había un grupo para
las clases de economía doméstica. Por lo que inicialmente el equipo de cocina
lo conformábamos nosotras tres. Sin embargo, desde el principio siempre hubo
manos predispuestas para ayudar a la hora de pelar y cortar cebollas, papas y
zanahorias. También era bastante trabajo cortar la carne para tanta gente. Esa
tarea por lo general lo hacían las cocineras, pero algún que otro muchacho también
se ofrecía para ello.
A mí personalmente me sirvió para conocer
algunos aspectos qom referidos a las comidas. Aunque las cocineras no hablaban
mucho castellano, igual nos pudimos hacer entender. Necesitaba conocer algo más
al respecto, dado que se me había encomendado pensar en un programa para la
materia Economía Doméstica. Esta materia debía constar de dos grandes ramas:
alimentación y vestimenta. Y yo no quería imponer nuestra manera de organizar
la comida.
Aprendí de esas charlas con las cocineras que
en realidad se alimentaban de tortas asadas de harina, grasa y sal, de guisos
de polenta, fideos, arroz, de sopas de pescado. Las comidas típicas que yo
buscaba, en realidad consistían en comer las frutas que se encontraban en el
monte, la chaucha de algarroba en sus diversas formas, asar algún que otro
animal que habían cazado al fuego abierto. Pero eso a esta altura de los
acontecimientos aún no me lo habían contado.
Texto y fotos: Ruth Schwittay
Die erste Küche
Vom Anfang an, als der Unterricht begann, musste gekocht
werden: Der Mate-Tee für das Frühstück und die Verperpause am Nachmittag und
das Mittagessen. Aber der konkrete Ort „Küche“ existierte noch nicht. Deswegen
entschloss man sich, eine offene Feuerstelle im Hof zu orten. Dazu kamen ein
kleiner Tisch und einige Holzklötze, die als Sitzplätze funktionierten und
fertig war unsere erste Küche.
Laut Jean und Magui, sollte die Küche als eine Art Organ der
Schule eine wichtige Stellung im Projekt CEREC einnehmen. Dort sollte ein
grundlegender Lernprozess stattfinden, nämlich wie man ein gesundes,
kostengünstiges, leckeres und an den Geschmack der Qom-Schülerschaft
angepasstes Menü vorbereitet.
Zwei Frauen aus der Gemeinde waren dazu auserwählt worden,
als Köchinnen zu amtieren, in der Küche experimentierte Frauen. Sie hatten aber
noch nicht für so eine Anzahl von Leuten gekocht, wie es jeden Mittag in der
Schule der Fall war. Aber sie wussten an einem offenen Feuer unter freiem
Himmel zu kochen. Also versuchten wir gegenseitig voneinander zu lernen.
Die ersten Mahlzeiten bestanden aus Eintöpfen und Suppen.
Felisa, die Schulleiterin, orientierte uns nach dem, was sie von anderen
Schulen wusste. Noch hatten wir nichts "Sonderbares" eingefügt, wie
Gemüse, z. B., wie es später geschehen sollte. Wir benutzten das Übliche:
Zwiebeln, Möhren wenn es welche gab, Fleisch. Was wechselte waren die Nudeln,
der Reis, die Kartoffeln, die Polenta. Wenn eine Suppe gekocht wurde, benutzten
wir die Knochen von dem gekauften Fleisch, und dazu kamen Kürbisse,
Süßkartoffeln, Kartoffeln, Zwiebeln. Noch hatten wir weder Petersilie, Lauch, Sellerie
noch andere Geschmackskräuter. Das einzige Gewürz, das wir zur Verfügung
hatten, war die Pizza-Mischung, welche aus gemahlener roten Paprika, Pfeffer
und Oregano bestand, eine Mischung für Alles in der Umgebung.
Zu diesem Zeitpunkt hatten wir auch noch keine Gruppe für
den Hauswirtschaftsunterricht. Also bestand unser Küchenteam aus uns dreien.
Trotzdem, von Anfang an, gab es immer bereite Hände zum Helfen, wenn es ans
Zwiebel-, Kartoffel- oder Möhrenschälen und -schneiden ging. Viel Arbeit
bedeutete auch das Fleisch schneiden für so viele Leute. Diese Arbeit
übernahmen normalerweise die Köchinnen, aber ab und zu bot sich auch mal ein
Jugendlicher dazu an.
Mir persönlich half diese Zeit, um einige Aspekte der Qom in
Bezug auf das Essen kennenzulernen. Obwohl die Köchinnen nicht viel Spanisch
sprachen, konnten wir uns trotzdem verständigen. Ich verspürte die
Notwendigkeit, etwas mehr darüber zu erfahren, denn man hatte mich beauftragt,
ein Programm für das Fach Hauswirtschaft zusammen zu stellen. Dieses Fach, dass
es im normalen Schulprogramm nicht gab, sollte aus zwei großen Bereichen
bestehen: Ernährung und Kleidung. Und ich wollte unsere Art das Essen zu
organisieren nicht aufdrängen.
Während dieser Gespräche mit den Köchinnen erfuhr ich, dass
sie sich eigentlich mehr von den am offenen Feuer gebackenen Fladen aus Mehl,
Rinderfett und Salz, von Eintöpfen aus Polenta, Nudeln oder Reis, von
Fischsuppen ernährten. Die typischen Gerichte, die ich suchte, bestanden
hauptsächlich nur aus den Früchten, die im Urwald zu finden waren, den
Johannisbrotbaumschoten in ihren verschiedenen Zubereitungsformen, dem Braten
am offenen Feuer von einem eventuell gejagten
Tier. Aber zu diesem Zeitpunkt hatten sie mir dies noch nicht erzählt.
Text, Übersetzung und Fotos: Ruth Schwittay
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