2/1/13


La primera cocina

Desde el primer momento en que comenzaron las clases hubo que cocinar: el mate cocido para el desayuno y la merienda y el almuerzo. Pero el lugar físico “cocina” aún no existía. Por lo que se decidió ubicar un fogón en un lugar del patio. Se agregó una mesa y algunos troncos que funcionaban como asiento y lista estaba la primera cocina.

Según Jean y Magui Charpentier, la cocina como una especie de órgano de la escuela debía ocupar un lugar de importancia para el proyecto del CEREC. Allí se debía dar un aprendizaje fundamental: cómo preparar un menú sano, económico, rico y adaptado al gusto del alumnado qom.

Habían sido elegidas dos señoras de la comunidad para oficiar de cocineras, mujeres experimentadas en la cocina. Pero no habían cocinado para la cantidad de comensales que había cada mediodía en la escuela. Sí sabían cómo cocinar en un fogón abierto y al aire libre. Así que tratamos de aprender una d otras y otras de una.
Las primeras comidas consistían de guisos y sopas. Felisa nos orientaba de acuerdo con lo que se hacía en otras escuelas. Aún no incorporábamos nada “raro” como verduras, por ejemplo, como se haría más tarde. Usábamos lo clásico: cebollas, zanahorias cuando había, carne. Lo que cambiaba eran los fideos, el arroz, las papas, la polenta. Cuando se hacía una sopa, se usaban los huesos de la carne que se compraba, y se agregaba calabaza, batata, papa, cebollas. Aún no teníamos perejil, puerro, apio ni otras hierbas para dar gusto. El único condimento del que disponíamos era el condimento para pizza, que consta de ají molido, pimienta y orégano.

En ese momento tampoco había un grupo para las clases de economía doméstica. Por lo que inicialmente el equipo de cocina lo conformábamos nosotras tres. Sin embargo, desde el principio siempre hubo manos predispuestas para ayudar a la hora de pelar y cortar cebollas, papas y zanahorias. También era bastante trabajo cortar la carne para tanta gente. Esa tarea por lo general lo hacían las cocineras, pero algún que otro muchacho también se ofrecía para ello.

A mí personalmente me sirvió para conocer algunos aspectos qom referidos a las comidas. Aunque las cocineras no hablaban mucho castellano, igual nos pudimos hacer entender. Necesitaba conocer algo más al respecto, dado que se me había encomendado pensar en un programa para la materia Economía Doméstica. Esta materia debía constar de dos grandes ramas: alimentación y vestimenta. Y yo no quería imponer nuestra manera de organizar la comida.

Aprendí de esas charlas con las cocineras que en realidad se alimentaban de tortas asadas de harina, grasa y sal, de guisos de polenta, fideos, arroz, de sopas de pescado. Las comidas típicas que yo buscaba, en realidad consistían en comer las frutas que se encontraban en el monte, la chaucha de algarroba en sus diversas formas, asar algún que otro animal que habían cazado al fuego abierto. Pero eso a esta altura de los acontecimientos aún no me lo habían contado.
Texto y fotos: Ruth Schwittay

Die erste Küche

Vom Anfang an, als der Unterricht begann, musste gekocht werden: Der Mate-Tee für das Frühstück und die Verperpause am Nachmittag und das Mittagessen. Aber der konkrete Ort „Küche“ existierte noch nicht. Deswegen entschloss man sich, eine offene Feuerstelle im Hof zu orten. Dazu kamen ein kleiner Tisch und einige Holzklötze, die als Sitzplätze funktionierten und fertig war unsere erste Küche.

Laut Jean und Magui, sollte die Küche als eine Art Organ der Schule eine wichtige Stellung im Projekt CEREC einnehmen. Dort sollte ein grundlegender Lernprozess stattfinden, nämlich wie man ein gesundes, kostengünstiges, leckeres und an den Geschmack der Qom-Schülerschaft angepasstes Menü vorbereitet.

Zwei Frauen aus der Gemeinde waren dazu auserwählt worden, als Köchinnen zu amtieren, in der Küche experimentierte Frauen. Sie hatten aber noch nicht für so eine Anzahl von Leuten gekocht, wie es jeden Mittag in der Schule der Fall war. Aber sie wussten an einem offenen Feuer unter freiem Himmel zu kochen. Also versuchten wir gegenseitig voneinander zu lernen.

Die ersten Mahlzeiten bestanden aus Eintöpfen und Suppen. Felisa, die Schulleiterin, orientierte uns nach dem, was sie von anderen Schulen wusste. Noch hatten wir nichts "Sonderbares" eingefügt, wie Gemüse, z. B., wie es später geschehen sollte. Wir benutzten das Übliche: Zwiebeln, Möhren wenn es welche gab, Fleisch. Was wechselte waren die Nudeln, der Reis, die Kartoffeln, die Polenta. Wenn eine Suppe gekocht wurde, benutzten wir die Knochen von dem gekauften Fleisch, und dazu kamen Kürbisse, Süßkartoffeln, Kartoffeln, Zwiebeln. Noch hatten wir weder Petersilie, Lauch, Sellerie noch andere Geschmackskräuter. Das einzige Gewürz, das wir zur Verfügung hatten, war die Pizza-Mischung, welche aus gemahlener roten Paprika, Pfeffer und Oregano bestand, eine Mischung für Alles in der Umgebung.

 Zu diesem Zeitpunkt hatten wir auch noch keine Gruppe für den Hauswirtschaftsunterricht. Also bestand unser Küchenteam aus uns dreien. Trotzdem, von Anfang an, gab es immer bereite Hände zum Helfen, wenn es ans Zwiebel-, Kartoffel- oder Möhrenschälen und -schneiden ging. Viel Arbeit bedeutete auch das Fleisch schneiden für so viele Leute. Diese Arbeit übernahmen normalerweise die Köchinnen, aber ab und zu bot sich auch mal ein Jugendlicher dazu an.

Mir persönlich half diese Zeit, um einige Aspekte der Qom in Bezug auf das Essen kennenzulernen. Obwohl die Köchinnen nicht viel Spanisch sprachen, konnten wir uns trotzdem verständigen. Ich verspürte die Notwendigkeit, etwas mehr darüber zu erfahren, denn man hatte mich beauftragt, ein Programm für das Fach Hauswirtschaft zusammen zu stellen. Dieses Fach, dass es im normalen Schulprogramm nicht gab, sollte aus zwei großen Bereichen bestehen: Ernährung und Kleidung. Und ich wollte unsere Art das Essen zu organisieren nicht aufdrängen.

Während dieser Gespräche mit den Köchinnen erfuhr ich, dass sie sich eigentlich mehr von den am offenen Feuer gebackenen Fladen aus Mehl, Rinderfett und Salz, von Eintöpfen aus Polenta, Nudeln oder Reis, von Fischsuppen ernährten. Die typischen Gerichte, die ich suchte, bestanden hauptsächlich nur aus den Früchten, die im Urwald zu finden waren, den Johannisbrotbaumschoten in ihren verschiedenen Zubereitungsformen, dem Braten am offenen Feuer von einem eventuell gejagten  Tier. Aber zu diesem Zeitpunkt hatten sie mir dies noch nicht erzählt.
Text, Übersetzung und Fotos: Ruth Schwittay

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