Manos a la obra
A diferencia de
la pausa que tuve que hacer después de concluir con el relato de una etapa en
el camino hacia la escuela bilingüe e intercultural (bicultural decíamos en
aquel entonces), lo que sigue en este blog en realidad ya se venía pensando,
escribiendo, planificando… A efectos de ordenar el relato, sacrificaré la
secuencia cronológica.
Antes de siquiera
volver al lugar elegido, hubo muchísimas reuniones con personas, algunas
invitadas, otras contratadas, para que aporten sus ideas a este proyecto. Un
matrimonio clave en este proceso fueron Magui y Jean Charpentier. Durante un
año o más venían de Reconquista a instalarse en mi casa en Villa Bermejito,
donde en esa época la creatividad funcionaba a pleno.
Enfoquémonos por
ahora en la construcción de la escuela.
Ya se sabía para
ese momento que se iba a trabajar con el sistema de las escuelas EFA (Escuela
de la Familia Agraria, bastante usual en el noreste argentino, traído por los
Charpentier al país). Eso significaba que la construcción debía contemplar una
especie de albergue o internado para cuando el alumnado estuviera viviendo en
la escuela.
Lo que llevó
muchas horas de búsqueda, discusiones, investigaciones, fue el tipo de
construcción que se haría. Finalmente se decidió usar el método del “Fachwerkhaus”,
una manera europea de construir las casas con estructura de madera rellena con
la masa de adobe, es decir, barro enriquecido con paja, bosta y no sé que otras
cosas más, que los constructores seguramente podrán explicar mejor que yo.
El formato de las
casas europeas suelen tener varios pisos, son muy cerradas en sí mismas, lo que
es propio en zonas muy frías y con poco espacio disponible. El adobe aísla
tanto del frío como del calor, por lo que es favorable también en una zona
calurosa como el Chaco. Pero la forma arquitectónica no se adecuaba al lugar.
Se observaron edificios públicos en la zona, y en regiones como el Paraguay. Se
llegó a la conclusión que debían ocupar más lugar y ser más ventiladas que las
europeas.
La forma elegida
finalmente fue la de módulos de dos salones unidos por una galería techada. Eso
también permitiría más flexibilidad a la hora de definir los destinos de los
módulos. Otra ventaja de esta forma de construcción también era el hecho que
las familias de la comunidad vivían en casas de adobe. Por lo que el alumnado
al estar viviendo en la escuela se encontraría con paredes similares a las que
conocían de sus propias casas.
Esta manera de
construir también permitía que gran parte de los materiales fuese de la zona:
madera, barro, paja, etc. Lo que se debía “importar” era todo lo metálico:
bulones por sobre todo, alambre y chapas. Otra ventaja era que la gente del
lugar conocía esos trabajos y se podía dar trabajo a la gente del lugar y no
traer albañiles “de afuera”. Se disponía de madera y del aserradero Noyic para
trabajar la madera, transformándola de estructuras de los módulos. Con eso
seguiremos en la próxima entrega.
Texto: Ruth Schwittay
Fotos: Ruth Schwittay
http://www.flickr.com/photos/svmma/2737792661/
Ärmel aufkrempeln!
Anders als die Pause, die ich nach dem Bericht einer Etappe
auf dem Weg zur zweisprachigen und interkulturellen Schule (bikulturell sagten
wir damals) machen musste, was im Folgenden auf diesem Blog gezeigt wird, wurde
eigentlich schon vorher überlegt, aufgeschrieben, geplant... Um den Bericht etwas zu ordnen, werde ich die
chronologische Reihenfolge preisgeben.
Ehe wir wieder zum auserwählten Ort zurückkommen konnten,
gab es viele Sitzungen mit vielen Personen, einige wurden eingeladen, andere
angeheuert, damit sie mit ihren Ideen ihren Beitrag zum Projekt leisten
sollten. Ein Ehepaar nahm eine Schlüsselstellung in diesem Vorgang ein, nämlich
Magui und Jean Charpentier. Über ein Jahr hinweg oder länger kamen sie aus Reconquista zu uns in unser
Haus in Villa Bermejito, wo es zu dieser Zeit ungemein kreativ zuging.
Konzentrieren wir uns vorerst auf den Bau der Schule.
Zu dieser Zeit wusste wir schon, dass das System de Schule
das der EFA-Schulen sein würde (Schule der Agrarfamilie, die sehr oft im
Nordosten Argentiniens vorkommt, und von den Charpentiers ins Land gebracht
wurde). Dies bedeutete, dass der Bau eine Art Unterkunft oder Internat für die
Zeiten, in denen die Schülerschaft in der Schule leben würde, vorsehen musste.
Was sehr viele Stunden der Suche, Diskussionen,
Untersuchungen verlangt hat, war die Bauart der Schule. Schließlich entschloss
man sich für einen „Fachwerkhausbau“, eine europäische Art, Häuser mit einer
mit Lehm gefüllten Holzstruktur zu bauen, also, mit Stroh, Mist und was sonst
noch angereicherter Lehm, was Baumeister bestimmt besser als ich erklären
können.
Die Form europäischer Fachwerkhäuser haben meist mehrere
Etagen, sind in sich selbst geschlossen, was eher zu sehr kalten Regionen mit
wenig Platz passt. Lehm isoliert sowohl vor Kälte als auch vor Hitze, deshalb
würde es auch in eine sehr heiße Region wie der Chaco passen. Aber die
architektonische Form passte nicht in diese Region. Es wurden öffentliche
Gebäude in der Gegend und in Regionen wie Paraguay besucht.
Man kam zu dem
Schluss, dass sie weiter und durchlüfteter sein sollten als die europäischen.
Endlich entschloss man sich für Module von zwei Räumen,
verbunden durch eine überdachte Galerie. Die würde auch mehr Flexibilität bei
der Zweckbestimmung der Module erlauben. Ein anderer Vorteil dieser Bauart war
auch die Tatsache, dass die Familien in der Gemeinde auch in Lehrhäusern
wohnten. So würde die Schülerschaft in der Schule ähnliche Wände vorfinden, die
sie von zuhause schon kannten.
Diese Bauart ermöglichte es auch, dass das Baumaterial zum
großen Teil aus der Zone kam: Holz, Lehm, Stroh, usw. Was von weiter her
„importiert“ werden musste, waren alle Materialien aus Metall: Vor allem
Mutterschrauben, Draht und Blech. Von Vorteil war auch die Tatsache, dass die
Leute vor Ort diese Arbeiten kannten, und so von den Leuten der Gemeinde
gemacht werden konnte, und keine Bauherren von "draußen" geholt
werden mussten. Holz war da, im Sägewerk Noyic konnte das Holz bearbeitet
werden, um in Modulstrukturen verwandelt zu werden. Damit werden wir beim
nächten Mal weitermachen.
Text: Ruth Schwittay
Fotos: Ruth Schwittay