10/10/12


Las paredes comienzan a crecer / Reunión de padres

Y una vez que se encontró la consistencia perfecta de la mezcla, comenzaron a crecer las paredes.

Un aspecto resultó bastante problemático: el agua. Había que traerlo desde el río en un tanque, el mismo con el que más tarde llevaríamos agua a las familias…

Llegó el día de la reunión de los docentes con los padres. También Jean participó de ella. Hasta último momento nos seguía sugiriendo que dejáramos hablar a los padres. No había venido ninguna madre, hasta donde me acuerdo. No me acuerdo el número exacto de asistentes, pero rondarían los veinte o veinticinco miembros de la comunidad.

Felisa saludó y explicó lo más claro posible, lo que se esperaba de ellos en esta reunión. Se produjo un silencio, esos silencios que Jean llamaba silencios activos. Para nosotros los y las docentes, el aire se cortaba con cuchillos… Salvo algunos cuchicheos en idioma qom, el silencio se extendió por al menos veinte minutos, para nosotros una eternidad. 

Hasta que uno de los asistente levantó la voz para preguntar: Señora directora, ¿para qué es la reunión?
Nosotros respiramos hondo. Felisa volvió a explicar, que esperábamos que nos cuenten lo que sueñan para sus hijos a partir de esta escuela.

Cundió un murmullo general, del que entendíamos poco y nada porque no entendíamos el idioma. Después de unos minutos, uno de ellos se levantó y dijo: Eso sí que es cosa seria. No podemos responder así nomás. Tenemos que consultar con nuestras mujeres, con nuestras familias. No es para hablar ahora mismo.

A partir de allí, todo lo que restó fue acordar una fecha para la próxima reunión.
Texto y fotos: Ruth Schwittay

Die Wände wachsen / Elterntreffen

Als die perfekte Zusammensetzung der Mischung erreicht war, begannen die Wände an zu wachsen.

Ein problematischer Aspekt: das Wasser. Es musste vom Fluss in einem Tank geholt werden, derselbe Tank, mit dem wir später auch den Familien Wasser brachten.


Es kam der Tag des Treffens von Eltern und Lehrkräfte. Auch Jean beteiligte sich. Bis zur letzten Minute deutete er darauf hin, dass wir die Eltern sprechen lassen sollten. Soweit ich mich erinnere, war keine einzige Mutter gekommen. Ich erinnere mich auch nicht an die exakte Anzahl der Anwesenden, aber es müssen so um die zwanzig oder fünfundzwanzig Gemeindemitglieder gewesen sein.

Felisa begrüßte uns alle und erklärte den Teilnehmern so klar wie möglich, was von ihnen während dieses Treffens erwartet wurde. Es herrschte Stille, eine Stille, die Jean aktive Stille nannte. Für uns, die Lehrkräfte, war die Luft so dick, dass sie mit Messern zerschnitten werden konnte... Wenn man von dem vereinzelten Flüstern in der Qom-Sprache absah, zog sich diese Stille über mindestens zwanzig Minuten hin, eine kleine Ewigkeit für uns. 

Bis irgendwann einer der Anwesenden seine Stimme erhob, um zu fragen. Frau Schulleiterin, ¿wozu hat man uns eingeladen?

Alle atmeten wir tief auf. Felisa erklärte nochmals, dass wir ihre Meinungen, ihre Träume für ihre Kinder in dieser Schule erwarteten.
Es begann ein allgemeines Gemurmel, von dem wir nur wenig oder gar nichts verstanden, denn wir verstanden ihre Sprache nicht. Nach einigen Minuten stand einer von ihnen auf und sagte: Das ist eine sehr ernste Sache. Wir können nicht einfach so antworten. Wir müssen mit unseren Frauen, unseren Familien darüber reden. Wir können nicht heute darüber sprechen.

Es fehlte nur noch einen Termin für das nächste Treffen auszumachen.
Text, Fotos und Übersetzung: Ruth Schwittay

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