LAS CLASES DE ALIMENTACIÓN
Para las
clases de Alimentación tampoco no sabía muy bien, con qué empezar. En Argentina
no existe ningún programa oficial porque no existe esa materia. Así que hice lo
mismo que en Vestimenta. Traté de escuchar lo que opinaba la gente que venía a
las reuniones de padres y madres, los comentarios de mis alumnas y de mis
ocasionales alumnos, de mis compañeros y compañeras docentes…
Ya he
comentado que al principio las clases de Alimentación se reducían a la ayuda en
la cocina. Las cocineras también debían habituarse a cocinar para un número
grande de comensales. Durante el primer tiempo el menú se reducía a sopas y
guisos. En alguna ocasión, como ya comenté, nos aventuramos a preparar
milanesas con puré. Pero recién cuando se terminó la cocina comenzaron a
cocinarse otras comidas que requerían sartenes, fuentes para horno, etc.
A esa
altura también hizo su entrada el consumo de verduras. Mientras el menú se
reducía a guisos, las así llamadas verduras no eran más que cebollas, calabaza,
zanahorias, batatas y papas, junto con los tomates envasados. Pero luego
comenzaron a incorporarse las verduras que se producían en la huerta. Entre
ellas se encontraban por ejemplo los zapallitos redondos de tronco. Con ellos hicimos
comidas como zapallitos rellenos al horno, zapallitos revueltos con huevos, también
los agregábamos a los guisos y sopas.
Otra
verdura de hoja que se producía mucho era la acelga. Con esas hojas hicimos
torrejas y tartas. También solíamos reemplazar o mezclar las hojas de acelga
con las de remolacha.
Un aspecto
que tardó en aceptarse, fueron las ensaladas. La lechuga, el repollo y la
zanahoria se utilizaban mucho, pero a menudo escuchábamos el comentario de “no
somos vacas para tener que comer pasto”. La remolacha, sin embargo, tenía mejor
acogida, supongo que por su sabor dulzón. Con el agua de cocción colorada, jugo
de limón o naranja, azúcar y algunos huevos preparábamos un postre. Demás está
decir que a los postres nadie se negaba. Los dulces siempre eran bienvenidos.
Durante
esas prácticas tuve oportunidad de conversar sobre lo que cocinaban ellas en
sus casas. En general eran sopas y guisos, ya que disponían de una sola olla
para cada
familia. Yo quería saber de las comidas
“típicas”, es decir, las que
habían hecho originalmente.
No encontré muchas ganas de hacer comentarios sobre
la historia culinaria. Sin embargo se explayaron más sobre sus sueños al
respecto. Querían cocinar como lo veían en la tele cuando iban a visitar a sus
parientes en el pueblo. Querían comer, como “se come hoy”.
Todas estas
experiencias y comentarios me ayudaron luego para armar el programa de esa
materia, que comencé a poner en práctica al año siguiente.
Texto,
traducción al alemán y fotos: Ruth Schwittay
DER ERNÄHRUNGSUNTERRICHT
Für den Ernährungsunterricht wusste ich auch nicht so genau,
wo ich anfangen sollte. In Argentinien gibt es kein offizielles Programm dafür,
denn in den Schulen gibt es dieses Fach nicht. Also machte ich dasselbe wie in
Kleidung. Ich versuchte auf die Meinung der Leute zu hören, die in die
Elternversammlungen kamen, auf die Kommentare meiner Schülerinnen und meiner
eventuellen Schüler, auf meine Lehrerkollegen und Kolleginnen...
Ich sagte schon, dass sich anfangs der Ernährungsunterricht auf
das Helfen in der Küche beschränkte. Die Köchinnen mussten sich auch erst daran
gewöhnen, für eine große Anzahl von Leuten zu kochen. Während der ersten Zeit
beschränkte sich das Menü auf Suppen und Eintöpfe. Ab und zu, wie ich schon
erzählt habe, trauten wir uns an panierte Schnitzel mit Kartoffelpüree. Aber
erst als die Küche fertiggestellt war, wurden andere Gerichte gekocht, für die
Pfannen, Backbleche u. Ä. gebraucht wurden.
Zu der Gelegenheit machte auch der Konsum von Gemüse seinen
Einzug. Solange das Menü aus Eintöpfen bestand, waren die so genannten
Gemüsearten nicht mehr als Zwiebeln, Kürbis, Möhren, Süßkartoffeln und
Kartoffeln, dazu eingemachte Tomaten. Danach aber begannen wir das Gemüse aus
dem Garten mit zu verwerten. Darunter befanden sich zum Beispiel Zapallitos de tronco (Cucurbita Maxina).
Mit ihnen haben wir gefüllte Zapallitos im
Ofen gebacken, Rührei mit Zapallitos gemacht
oder sie auch in die Eintöpfe und Suppen gegeben.
Ein anderes Blattgemüse, von dem es viel gab, war der
Mangold. Damit haben wir in der Pfanne ausgebackene Küchlein und gefüllte Wähen
gemacht. Auch ersetzten oder mischten wir die Mangoldblätter mit denen der
Roten Beete.
Ein Aspekt wurde nur schwer akzeptiert, nämlich die rohen
Salate. Salat, Weißkraut und Möhren wurden viel dafür genutzt, aber oft hörten
wir, dass "wir doch keine Kühe sind, um Gras fressen zu müssen". Die
Rote Beete wurde aber besser aufgenommen, wahrscheinlich, weil sie eher süß
ist. Mit dem rotem Kochwasser, Zitronen- oder Orangensaft, Zucker und Eier
machten wir einen Nachtisch. Unnötig zu sagen, dass niemand die Nachtische
zurückwies. Das Süße war immer willkommen.
Alle diese Erfahrungen und Kommentare haben mir später
geholfen, das Programm für dieses Fach zusammenzustellen, das ich dann im
nächsten Jahr auch in die Praxis umsetzte.
Text, Übersetzung ins Deutsche und Fotos: Ruth Schwittay
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